No somos chivos expiatorios, ni masas acríticas: Sobre el Ministerio de Igualdad

El nombramiento de Juan Florián a la cabeza del Ministerio de la Igualdad ha generado una discusión para nada útil para el movimiento de disidencias sexuales y de género. 

La oposición ha cuestionado la llegada de Florián al gabinete del gobierno argumentando que su nombramiento rompería el principio de paridad en altos cargos que debe seguirse según la Ley 2424 de 2024. Frente a estas acusaciones Florián ha argumentado que en este caso no aplica este principio de paridad ya que se reconoce como marika, no binarie, o como persona (por lo tanto, nombrada en femenino). 


La discusión ha despertado la furia de varios sectores políticos, sobre todo reaccionarios, que la han usado como excusa para traer argumentos anti-derechos y transfobicos que posicionan el bulo sobre el “borrado de mujeres”, disfrazados de preocupación por su lugar en la política nacional. Esto a su vez ha acrecentado la ya existente tensión entre sectores del feminismo con las disidencias sexuales y de género, algo que no parece importarles a quienes irreflexivamente están rasgándose las vestiduras sobre el principio de paridad en este, pero no en otros ministerios. 


Por el lado de la crítica no deja de existir un tufillo odioso y transfóbico que, basándose en el principio de paridad, tilda a Florián y su experiencia de vida como falsa, engañosa o –en algunos casos– una cuestión del ámbito privado. Aseguran que el Min Igualdad está hecho para solventar los problemas “reales” de comunidades marginalizadas y que tal nombramiento representa un “retroceso” para la movilización social y sobre todo para la lucha feminista, pues se argumenta que la cabeza de este ministerio debería estar en manos de una mujer (cisgénero). Liderando esta crítica se encuentran varias figuras de oposición legislativa, quienes se presentan como verdaderxs representantes de sectores marginalizados: las mujeres y la comunidad “diversa”. 


Nos parece descarado que muchos de estos comentarios sean impulsados por senadorxs y representantes a la cámara que dicen abanderar la “verdadera lucha LGBTIQ+”, cuando la comisión accidentada LGBTI (donde se encuentran muchas de las figuras críticas de esta situación), creada por primera vez en el actual cuerpo legislativo, no ha logrado ni uno solo de sus objetivos en el congreso: dejó perder un proyecto de ley contra las ECOSIEG (el segundo) y no parece interesado en presionar por el nuevo proyecto (el tercero) que las progenie; o ha ignorado el Proyecto de Ley Integral Trans al que le queda menos de un año para pasar todos los debates correspondientes. Esto sin mencionar la nula iniciativa de hacer algo frente al sistemático asesinato de personas disidentes que se ha visto este año. 


Por el lado del Estado, la ceguera política del gobierno y de Florían genera mucha frustración. Desde su problemático, retrasado y poco explicado nombramiento al viceministerio de las diversidades, hasta su muy infeliz llegada a la cabeza del ministerio después de la bochornosa salida de Carlos Rosero tras un episodio de racismo protagonizado por el presidente en transmisión nacional televisada, vemos en esta figura a alguien que parece estar más comprometido con su relación política con el poder que con la disidencia sexual y de género en el país. Florian entra al gabinete con un enorme problema de legitimidad, que sólo ahonda más con su disposición a buscar movilizar a las disidencias sexuales y de género bajo el comando del presidente.


Las más recientes declaraciones de Florián señalando que “la ley de paridad es una ley muy binaria”, como forma de respuesta a las críticas, ha sumado a su falta de legitimidad, pues más allá del evidente presupuesto binario sobre el que se para la ley, su respuesta ante la opinión pública parece desconocer los reclamos sobre las disparidades laborales y de acceso a puestos de toma de decisiones de mujeres, personas asignadas femenino al nacer y personas feminizadas. Creemos que si bien las leyes de paridad de las que hoy dispone la institucionalidad no solucionan completamente el problema de la disparidad de poder en términos de género (en su visión más binaria: hombre-mujer), el problema continúa siendo que tanto las mujeres y las personas asignadas con género femenino al nacer como las personas feminizadas son subordinadas en todos los niveles del ejercicio –institucional o no– del poder, y que ese problema reside una discusión más compleja que los pronombres con los que Florián se identifica.



Sin embargo hay una cuestión de fondo, que no podemos perder de vista y que se encuentra latente aún si omitimos todo este capítulo sobre la instrumentalización de la identidad de género y el despliegue reaccionario y oportunista, y es que Florián no llegó a la cartera de Igualdad representando o llevando las banderas de las bases trans y marikas del país. Su presencia en un lugar como el Ministerio de la Igualdad debería estar acompañada por un proyecto político y de país destinado a modificar las condiciones materiales de las disidencias sexuales y de género y que permita avanzar en justicia material y redistribución; lastimosamente Florián encarna y ha dejado ver los límites del progresismo en su corta trayectoria en la cartera: un desinterés por modificar las relaciones sociales que perpetúan la violencia contra nuestras vidas, una excesiva fijación en trasnochados debates que no trascienden la justicia simbólica, y un particular interés por responder más al proyecto político desde arriba que a las necesidades de las bases.


Declaraciones sobre la ley de paridad, así como las declaraciones en femenino o genero neutro, la insistencia de que no es homosexual sino “marika” sin mayor explicación, la desconexión con las bases y incapacidad de recibir críticas de manera responsable no solo han caricaturizado las históricas luchas de la disidencia sexual y de género (que es algo que la reacción ya hacía) sino que demuestran el peligro tan enorme que corre la revolucionaria potencialidad disidente al buscar ingresar a las limitantes y restringidas estructuras estatales de la mano de voluntades personalistas y sumisas a los designios de patriarcas.


Al momento de escritura de estas líneas, 21 de septiembre del 2025, nos encontramos a la expectativa sobre la continuidad de Florián en la cabeza del Ministerio, luego de ser suspendido por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca el pasado 15 de septiembre por lo que sería un incumplimiento de la ley de paridad. Florián presentó su renuncia después de dicha suspensión al presidente Gustavo Petro, y este la aceptó, pero según parece, volverá a nombrarlo. En esta coyuntura nos parece importante que las voces de las disidencias sexuales y de género retumbe entre los recintos del ejecutivo, para que nuestras demandas dejen de ser tokenizadas y vilipendiadas por un proyecto progresista que poco o nada se ha preocupado por nuestras necesidades reales y nuestras condiciones materiales.


Convertir aquello que nos hace peligrosas para el cis-tema en un debate politiquero, reducir las luchas por la liberación de nuestros cuerpos y mentes a caprichos individualistas y dejar manosear las banderas de la revolución social y sexual por partídos y personas que no se han esforzado por transformar la realidad reafirma nuestra desconfianza de participar del desafortunado eterno circo pre-electoral que se ha convertido la política partidista colombiana. 


Toda esta discusión solo demuestra que la disidencia sexual y de género sólo es útil al establecimiento como moneda de cambio politiquero, pero estas personas no aparecen en ningún lado cuando nos matan, nos discriminan, nos reducen y nos aíslan. 


No somos chivos expiatorios, ni fortines electorales, ni masas acríticas de nadie. 


La alternativa: organización autónoma popular. 


#ArribaLasQueLuchan


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