P de Pedagógica, no de paramilitarismo. Comunicado a propósito de la amenaza a feministas, marikas y trans en la Universidad Pedagógica Nacional.

 


Desde el pasado junio de 2024 como organización, pusimos en el debate público la arremetida violenta que mujeres y disidentes del sexo-género nos encontramos viviendo en el país.

Hemos expuesto cómo existe una estrategia mediática y política reaccionaria, pensada y configurada por parte de sectores sociales conservadores y de derechas, para eliminarnos del debate público, encerrarnos en un lugar de no participación política y con esto condenarnos a un lugar de ostracismo en la realidad social colombiana.

Dicha estrategia profundiza los mitos y los prejuicios sobre nuestras existencias para posicionar ideologías reaccionarias sustentadas en lógicas patriarcales y genocidas. Todo esto en conjunto con acciones encaminadas a desactivar, cooptar, infiltrar e instrumentalizar nuestros movimientos; desemboca en el resultado material de este proceso social: amenazas, hostigamientos y violencia contra nuestros cuerpos.

El paramilitarismo como fenómeno de la historia contemporánea de Colombia, además de reforzar la violencia de economías ilegales como el narcotráfico, ha operado como estrategia contrainsurgente orquestada por las élites socioeconómicas, en connivencia con el Estado, para sostener material e ideológicamente los intereses privados de acumulación de capital por despojo. Es así como el paramilitarismo ha servido como una “tercerización” del uso de la fuerza en Colombia, que puede ser comprada por actores regionales que lo consideren necesario en pro de sus intereses económicos, sean o no legales.

En otras palabras, el paramilitarismo es un actor polimórfico, vital para que el capitalismo, que con la complicidad de diversos actores estatales y privados, desarrolla ampliamente procesos de despojo y acumulación mediante la violencia contra los cuerpos, las comunidades étnicas, campesinas y urbanas, así como los territorios que éstas habitan.

Dicho esto, es importante entender que lo sucedido aquí en la Universidad Pedagógica Nacional, el día 15 de octubre, en donde amenazas anónimas señalan que no se quieren “egresadxs feministas, trans y marikas” no es un hecho aislado. Es otra acción más inscrita dentro de la arremetida violenta de un proyecto de derecha fascista que viene posicionándose crecientemente a nivel mundial y que profundiza la violencia patriarcal y el régimen cisheterosexual como motor para la acumulación, el mantenimiento del status quo y la ruptura del pensamiento crítico.

Como ejemplos de esto tenemos, no solo el hecho señalado, sino las escandalosas cifras de violencia letal y no letal contra mujeres y población disidente del sexo-género en el país, la manifestación nacional mediática por parte de grupos conservadores de derecha contra un fantasma que han decidido llamar “ideología de género”, y el incremento de discursos de odio, ahora soportados por el paramilitarismo, en sectores sociales juveniles y universidades.

La Universidad Pública ha sido desde el siglo pasado un lugar que posibilita las ideas disruptivas para pensarnos mundos distintos fuera de las garras de las matrices de opresión. Por esto mismo se ha convertido en un blanco del paramilitarismo, dedicado a callar las voces disidentes y evitar la circulación de las ideas que pongan en riesgo lo que, según ellos, debemos percibir como obligatorio e inmutable.

Es urgente que reconozcamos que las pretensiones económicas y militares del paramilitarismo van de la mano con el sostenimiento de dispositivos culturales e ideológicos ultra conservadores. Estrategias que pretenden desactivar la digna rabia y los proyectos emancipatorios de mujeres, disidentes del sexo-género y, en general, de cualquier comunidad que reclame su autonomía y derecho a existir. Los discursos y las formas de control del paramilitarismo se extienden a todas las esferas sociales, pues su misión desde hace décadas es defender un régimen de explotación y acumulación sin límites.


Que escuchen el paramilitarismo y la derecha fascista y reaccionaria que marikas, trans y feministas existimos y luchamos en la universidad pública. Que sepan que vamos a seguir aquí, formándonos, organizándonos y graduándonos para transformar esta realidad en la que históricamente se ha oprimido, castigado y eliminado a quienes hemos sido condenades a los márgenes.

A mujeres y disidencias sexuales y de género les instamos a seguir organizándonos, luchando y construyendo poder desde abajo, porque nuestra salida a este mundo en crisis es antipatriarcal y popular.



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